LA UNIÓN DEL CIELO CON LA TIERRA
LA UNIÓN DEL CIELO CON LA TIERRA
En una historia que empieza en noche de luna llena, mientras acontecían las fiestas en un pueblo del altiplano cundiboyacense, una pequeña niña caminaba por los campos de rosa en casa de sus abuelos, su abuela al percatarse de ese misterioso momento, quiso invitarla a sentarse y conversar con ella.
Empieza diciéndole si se percata de la constelación de las cuatro estrellas que más brillan sobre esa montaña.
Sí –responde la niña-
Se llama AWARA, guarda cuatro valiosos secretos y la madre tierra y todas sus criaturas los llevamos dentro:
La que apunta al norte, representa la nutrición, nutrirnos con la luz del sol, de las estrellas, llenarnos de esa luz que nos ofrecen y plantarla en nuestro espíritu.
La que está a la derecha, representa el orden y el aseo, asearnos internamente, alma, cuerpo y corazón. Ordenar el espacio que habitamos, no solamente para estar en paz nosotros mismos, si no para llenar de paz a quienes nos rodean.
La que está a la izquierda, representa el servicio, dar a los demás lo que está en nuestro corazón, servirles desde lo amable, desde nuestra esencia. Saber cuidar nuestras palabras y nuestros sentires, dar sin recibir siempre con el amor como estandarte.
La última, es la que apunta al sur, representa lo más lindo y valioso, recordar que dentro de todos nosotros existe una semilla, una semilla Diosa. Cuando recordamos esa esencia divina, ese regocijo de estar alineados con nuestro entorno, nuestro pensamiento y nuestro espíritu, se complementa toda la estrella del sur: AWARA.
La niña, con ojos brillantes, pregunta: Abuelita, ¿la madre tierra siempre fue madre?
Con paciencia y acomodándose mejor, responde la abuela.
Dicen los más viejos y sabios que antes de que la madre tierra fuese madre, los reyes del cielo tenían un hijo que estaba próximo a cumplir su mayoría de edad, más que estar ansioso por su gran paso, éste joven, solamente pensaba en aquel sonido natural y místico que desde pequeño escuchaba cuando todo estaba oscuro. “Bendita seas dama con voz arrulladora” Clamaba el joven Cielo antes de dormir y desear con ansias la siguiente noche. Su padre, el Rey Cielo tenía el poder de concederle un deseo al joven por su cumpleaños, siendo el gran día, el joven Cielo no dudó dos veces en pedir conocer el origen de aquel dulce sonido. Y así fue, el joven Cielo fue traído hasta la princesa tierra, quien en sus largas horas peinándose el cabello cantaba las más bellas canciones, fue entonces que el joven Cielo decide quedarse con ella.
Ella, encantadora y amable, enseña todos sus rincones al joven Cielo, él, enamorándose cada día más de sus cascadas, ríos, montañas, mares, cordilleras, fauna y flora, decide unirse con la princesa tierra para la eternidad.
Terminada la historia, la niña y su abuela sonrieron a la vez, entendiendo cómo todo lo que está a nuestro alrededor tiene un propósito, incluyéndose, cómo nosotros hacemos parte de esa esencia divina y cómo ella actúa en nosotros.
Por esta razón, AWARA, quiere llevarte más allá de productos para la piel, quiere llevarte a que te conozcas un poco más por dentro y nos des tu luz para terminar de iluminar el cielo.